Viento fresco

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De los muchos aspectos sociales que la pandemia puso en discusión en el mundo entero el tema de la educación es uno de los más importantes. Se trata de un debate profundo que ya tiene varias décadas pues es sabido que la estructura del sistema educativo poco responde a las necesidades del desarrollo humano. Su funcionalidad está orientada a la productividad industrial, al rendimiento económico y a la inserción laboral.

Tiene poco o nada que ver con el desarrollo socioemocional y energético de l@s estudiantes pues las materias orientadas al desarrollo en esos aspectos se consideran “habilidades blandas” que se relegan a un segundo o tercer plano de la formación.

Precisamente a finales de noviembre 2020, en medio de la pandemia, salió a la luz un libro que aborda la discusión sobre los nuevos e inevitables rumbos que debe emprender la humanidad en el ámbito de la educación.

Se trata del texto “Educación para el siglo XXI: Un florecer desde la Pedagogía del Loto” escrito por los profesores Alexander Rubio Álvarez, Óscar Alexander Ballén Cifuentes, Federico Román López Trujillo, publicado por el IDEP.[1]

El documento retoma buena parte del debate que afrontamos cómo civilización: ¿Está el sistema educativo cumpliendo su papel como formador de seres humanos? ¿Es preciso superar el enf oque economicista de la Escuela? ¿Qué significa la corporeidad como esencia de la Educación del Siglo XXI? ¿Cuáles deben ser los preceptos éticos que pueden acompañar un nuevo enfoque?

Esos y otros interrogantes son abordados con gran claridad en esta obra que invita a reflexionar a fondo, como lo propone en el prólogo el Profesor Julián De Zubiría.[2]

El espectro de temas que aborda el texto van desde el cuestionamiento, cada dia más profundo, al “modelo industrial” que caracteriza al sistema educativo dominante, que  exige ser superado de forma apremiante, hasta la necesaria puesta en marcha de un nuevo enfoque pedagógico que consagre inequívocamente al “cuerpo como un lugar de paz”.

En La Cultura del Buen Vivir hemos propuesto enfoques similares en lo relacionado, por ejemplo, con la necesidad de abordar desde cada uno de nosotr@s la transformación social. Entendemos que cada ser humano debe aportar en ese tránsito hacia una nueva sociedad comenzando por el acto mismo de respirar, continuando con la forma de relacionarnos con el entorno, hasta llegar a comprender que nuestra vida interior incide directamente en el entorno social. Temas sobre los cuales se trabaja muy tangencialmente en el ámbito escolar y que hoy por hoy se evidencian como factor clave de una sana existencia.

Nos complace mucho esta mirada profunda y refrescante que confirma que iniciativas pedagógicas y culturales como La Cultura del Buen Vivir y otras que vienen abriéndose paso, responden a una preocupación creciente y actual. No son moda pasajera, o una idea romántica para “retornar al pasado”. Por el contrario nos apoyamos en miles de años de experiencia pedagógica de las comunidades ancestrales para insistir en que llegó el momento de actuar para hacer de la formación escolar un punto de partida para una nueva humanidad.

No nos ilusionamos pensando que este sólo esfuerzo cambiará al mundo. Pero si nos atrevemos a decir que es un pivote fundamental para alcanzar un nuevo nivel en el proyecto transformador.

Los autores precisan muy bien los alcances de la propuesta:

Por ahora, la columna vertebral de nuestra apuesta de innovación es la corporeidad, primer territorio donde nos reconocemos en el mundo y hacemos espejo y reflejo del mismo; la educación en el cuerpo y sus relaciones internas y externas nos permite formar al ser humano para otro nivel de sensibilidad consigo mismo, con los demás y su entorno. Se trata de un sistema de conexiones que da cuenta de lo que somos: las emociones, la “kinesfera” (territorio), la salud (física, mental y espiritual), la armonía y el bienestar. Esta reflexión por el cuerpo, el auto-cuidado y la introspección puede contribuir a agitar los vientos de cambio, ya visibles mundialmente a través de activismos que surgen cada día con mayor fuerza y convicción; asistimos a su auge, viéndoles asociados a la justicia social, al disfrute y garantías de la vivencia de la libertad, más allá de configuraciones culturales, políticas, económicas o religiosas que han guiado la noción de cuerpo y su sensibilidad, concibiendo las diferencias y la diversidad como cabos sueltos que era necesario amarrar.”[3]

Invitamos a tod@s a leer este interesantísimo aporte que es un viento fresco en estos momentos pues no es solo un llamado a pensar, a meditar, es tambien una convocatoria a actuar empezando por cada un@ de nosotr@s, hasta vencer el cerco de quienes, a traves del miedo, pretenden reducir la historia al culto del consumismo y la vanalidad.


[1] El IDEP es el Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico. Es un establecimiento público, con personería jurídica, autonomía administrativa y patrimonio propio.

En este enlace puedes conseguir el texto completo:

https://repositorio.idep.edu.co/handle/001/2389

[2] “Una crisis tan compleja e inédita como la vivida en medio de la pandemia, ayuda a volver a las preguntas fundamentales y nos lleva a pensar en torno a los fines y contenidos esenciales que se abordan en la escuela. Es una excepcional oportunidad para repensar las finalidades, los contenidos, las secuencias y las estrategias que a diario asumimos en la escuela. A eso le apuestan Oscar, Alexander y Federico.” Pág 10.

[3] Pág 25.

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