«Es natural sentir miedo. Se trata de una emoción necesaria para la supervivencia. Nos pone en guardia frente a peligros reales o ficticios, activando las alarmas para entrar en acción en el momento requerido. Luchar, huir o paralizando frente a la amenaza son las opciones más claras «.

Desde siempre el miedo (orígenes, implicaciones y formas de superarlo) ha sido un motivo de atención de la filosofía, y en tiempos más recientes, también de la psicología. Lo estudiaron filósofos que profesaron la Cultura del Buen Vivir, así en tiempos antiguos no se conociera con ese nombre. Entendiendo que para lograr un estado existencial saludable, tanto individual como social, es imprescindible vencer el temor a conocer qué no se comprende y superar la parálisis frente a lo que produce miedo. Es decir se requiere transitar los caminos del conocimiento, fuente primordial de la superación de las supersticiones y las limitaciones auto impuestas.
El miedo exaltado
Es natural sentir miedo. Se trata de una emoción necesaria para la supervivencia. Nos ponemos en guardia frente a peligros reales o ficticios, activando las alarmas para entrar en acción en el momento requerido. Luchar, huir o paralizarse frente a la amenaza son las opciones más claras. En ciertas ocasiones debe tomarse una decisión en milésimas de segundo para no perder la vida, poniéndose a prueba la capacidad para reaccionar con precisión. Exacerbar esa emoción hasta niveles superlativos se convierte en fuente de tumbas perturbaciones mentales que suelen tener consecuencias negativas en quien o quienes padecen. Por ello suele ser como arma de dominio por parte de los sectores más oscuros del establecimiento.
El miedo social
La emoción de miedo no puede entenderse únicamente como una emoción individual. También tiene una expresión social. El miedo social se apodera de los sectores de la sociedad, impulsado por las fuerzas de diversa índole (políticas, religiosas, corporativas), por los monopolios de la comunicación y ahora a través de las redes sociales (por ejemplo medio «noticias falsas»), para convertirlo en fuente de inestabilidad, mezcla de tristeza y de sentimiento de impotencia colectivos. Suele hacerse presente, con especial agresividad, en momentos en que los privilegios de algunos están a punto de perderse por la fuerza de la transformación social.
El temor a ataques de enemigos reales o ficticios, a los extranjeros, a las personas de gustos diversos o problemas filosóficos diferentes, ha sido convertido por los autoritarios de todas las épocas en instrumento predilecto para profundizar o consolidar su dominación.
Miedo a «lo otro»
En los tiempos que corren han apelado nuevamente a la fórmula del miedo. Lo que se convirtió en el punto de apoyo para desatar todos los demonios contra la otredad, con “lo otro” o lo que se pueda considerar cercano al “otro”. Como antaño, como que los conceptos difusos o poco entendibles como el «eje del mal», los «enemigos de la patria», la «ideología de género», o «la falsa paz», se convirtieron en frases para aupar los más bajos instintos de seguidores obnubilados. La sola mención de ciertos temas crispan los nervios y convocan a los sectores sociales imbuidos de miedo a reaccionar agresivamente contra los supuestos machos y sus portadores. Demonizarlos y aniquilarlos es la vía rápida y efectiva según los promotores de ese sentimiento.
La salida calculada
Y no es que lo problemas no existan. Muchas de las situaciones críticas o conflictivas (no todas) son reales y pueden crear machos en el conjunto o en parte de la sociedad. Un fenómeno normal pues no siempre (casi nunca) las decisiones políticas caen bien a toda, oa la mayoría, de la sociedad.
Lo negativo es que las salidas que se brindan, desde los sectores que detentan el manejo del Estado, el diseño para su propio beneficio en lo político, en lo económico y en lo social. Las hacen a la medida de sus designios, casi siempre en contravía de los intereses de las grandes mayorías. Sin importar el impacto negativo que tenga ya costa de terminar con las conquistas que la comunidad haya logrado en años de disputas.
Un viejo truco
Es un viejo truco renovado y recargado para las condiciones actuales: crear miedo, pánico y presentar “su propuesta” como la verdadera y única solución cuando en realidad es resultado de un cálculo amañado para sus ganancias en diferentes órdenes.
Y esto ocurre al mismo tiempo que se promueve toda clase de señalamientos hacia las opiniones contrarias. Setergiversan conceptos y se banalizan los argumentos para presentarlos como inapropiados o abiertamente «delirantes» y contrarios a «las buenas costumbres».
El peor mal
Siendo lo anterior un mal terrible, pues conduce a estados de paroxismo colectivo, no es la peor de las consecuencias. Existe otro efecto que, en términos de la búsqueda de un buen vivir, se convierte en nefasto. Se trata de la parálisis del desconcierto que produce el miedo en algunas personas que, sin estar de acuerdo con los preceptos del autoritarismo, se organiza a él promoviendo el temor cuando recrea la atmósfera de desorientación y dispersión de las respuestas.
Al propagar la sensación del miedo generalizado, el desconcierto desarrolla el primer mecanismo de defensa básico: cerrar filas para protegerse. Convertirse en una especie de secta donde solo entran l @ s más cercano @ s alproyecto. Solo quedan quienes están libres de toda sospecha. Quienes que demuestren «adhesión total a la causa». Tod @ s l @s demás son sospechosos @ s.
Por esa vía aquell @ s no están enteramente de acuerdo con «la visión» del núcleo dirigente o del líder único, están del lado del oponente. El espíritu de secta, creado para protegerse, aislarse, cierra sobre sí mismos a quienes lo profesan dándole el triunfo al miedo promovido por los autoritarios. Es el triunfo de los promotores del miedo.
Vencer el miedo histórico
La historia está plagada de ejemplos de cómo se utiliza el arma letal del miedo para separar a los que tienen puntos de vista comunes, pero que por miedo a sentirse debilitados en sus convicciones, evitan acercarse así al mar en momentos decisivos.
Pero por fortuna también la historia muestra ejemplos de cómo las sociedades al superar las fracturas entre aquellos que piensan de forma similar (no igual, pues esto es casi imposible) se logra sobrepasar cada obstáculo exitosamente.
En pasado reciente, América Latina demostró con creces qué se puede hacer cuando se concentran corrientes afines a los programas democráticos avanzados. Se venció el miedo propagado por décadas, casi siempre reforzado a través de la violencia, construyendo poderosas fuerzas sociopolíticas que transforman para siempre la historia de la humanidad. En un inicio el camino fue incierto, pues prevalecieron los enfoques que rompieron los intentos de búsqueda de la confluencia. Pero en la medida en que se superará la desunión, encontrando las afinidades y fortaleciendo los puntos de encuentro y comunión, cuajó la propuesta colectiva. Se derrotó el miedo abriendo paso al desarrollo de una propuesta avanzada de sociedad.
Encararlo en comunidad
La Cultura del Buen Vivir recupera el concepto del colectivo como parte esencial de la derrota del miedo. Entiende que en la comunidad está la esencia de la superación del miedo a “lo diferente”, a lo que no es igual a mi, a lo que parece invencible por ser más fuerte, a lo misterioso que no es otra cosa que lo ininteligible.
La invitación a sumar fuerzas con otros, a no aislarse, a no ver enemigos donde no existen, es la base de una cultura sana. Es también el camino para recuperar la autonomía y construir un futuro común y solidario, esencia de un proyecto social de carácter democrático y participativo.
Quienes desde la antigüedad hasta nuestros días han tratado el tema lo hicieron en principio desde una perspectiva colectiva pues era la forma de defensa frente a las amenazas. No existe más respaldo que su colectivo, su comunidad, su tribu. Por eso le daba gran importancia a su relación con ella: era su principal ó único apoyo para vencer el miedo.
Tener miedo al miedo es el punto clave en momentos históricos para los pueblos que quieren ser dominados. Superar el espíritu de secta, para encontrarse con aquell @ s que se unen en todo o en parte los sueños de libertad y prosperidad, es la meta.