«Es evidente entonces que la invitación a comer sanamente superó la expectativa
inicial, transformándose en toda una propuesta de vida que a la par que brinda una
mejor calidad de vida se liga con las formas de plantarse frente a la pérdida de
soberanía de nuestras culturas. «

¿Quién pensó que ese llamamiento de las madres para que nos alimentemos? ¿Se convertiría en una forma de resistencia frente a los abusos y deformaciones de la nutrición en nuestros días? «Comer bien» es un lujo que debe saber encontrar y defender.
En los últimos años se hizo evidente que en Colombia (y en muchos otros países) se botan toneladas de comida diaria [1] al mismo tiempo que millas de niñas y niños no logran acceder a una comida decente por obra y gracia de corruptos y mercachifles que se roban el presupuesto y / o venden químicos enlatados, comida chatarra.
Quienes logran juntar los recursos para alimentar, encuentran productos con altos niveles de procesamiento industrial o dosis increíbles de crueldad y maltrato hacia los animales que sirven de comida.
Infantes y jóvenes, especialmente en colegios y escuelas, hijo a veces al consumo de bebidas azucaradas y comidas rápidas que desencadenan la obesidad desde temprana edad, convirtiéndose en una epidemia. [2] Otras enfermedades asociadas a la mala alimentación (bulimia, anorexia, dermatitis, osteoporosis, cáncer) tienen en ese tipo de nutrición un caldo de cultivo que hace difícil combatirlas. [3]
A tal situación se llegó como resultado de la ofensiva de los complejos agroindustriales y las empresas procesadoras y comercializadoras de alimentos que lograron minar casi por completo la confianza en la alimentación balanceada. Las primeras se introdujeron sin miramientos en los mercados locales para monopolizar la oferta de productos que antes eran abastecidos por los productores cercanos, inundando, de paso, los mercadillos locales con productos genéticamente modificados. Las segundas, desplegando poderosas campañas mediáticas y publicitarias, tornando los gustos de los consumidores estandarizando modelos nutricionales que corresponden más a sus intereses que a las necesidades reales del consumidor.
“Coma bien sumercé” no se refería solo a las buenas costumbres de etiqueta para sentarse a la mesa, abarcaba una invitación a comerse todo: la sopa, el seco, las frutas y las verduras para equilibrar la nutrición. Aunque podría haber tenido mucha presencia de harinas en los platos familiares, el origen cercano y limpio de los alimentos, nos dio una muy rica y variada dieta diaria.
¿Puede entonces considerar que intentar nutrirse bien es una «moda»?
Qué algunas personas reducen su vida a querer lucir una silueta estilizada (lo que tampoco es vergonzoso) no quiere decir que la propuesta de un amplio movimiento social por detener esta intoxicación masiva sea condenable, como tratar algunas soterradas campañas orientadas a menosvalorar la importancia de promover una dieta saludable. Obsérvese por ejemplo la reacción que genera la propuesta de limitar la presencia de alimentos poco nutritivos o de bebidas “energizantes” en educativas. Este lobby se convierte en una demostración del poder que ejerce las multinacionales de los «alimentos» cuando se presenta su presencia hasta el último rincón de nuestra dieta diaria [4] .
Presentar las acciones de defensa de una alimentación sana como una exageración de promotores de tendencias «new age», de hippies trasnochados o de personas desinformadas, se convertirá en la estrategia para desvirtuar la importancia de asumir dietas sanas ó por lo menos no tan agresivas con la salud de los consumidores.
La verdad histórica es otra. La experiencia de construir una vida nutricional sana ha tenido diferentes etapas a lo largo de millas de años y de diversas civilizaciones que asumieron estructuras de consumo basadas en productos locales, acorde con sus creencias y sus vivencias.
De esas experiencias se consolidaron hábitos alimenticios y dietéticos muy diferentes que aún hoy tienen presencia a lo largo y ancho del planeta. Las expresiones alimentarias mas conocidas de la actualidad, tienen variadas manifestaciones que recogen a su vez formas y experiencias diferenciadas de alimentación. [5]
Las costumbres más específicas a la alimentación sin ningún tipo de carnes han resistido los embates de las industrias procesadoras de alimentos a la par que las culturas tradicionales, que también son blanco de embestidas, pues ellas representan la soberanía alimentaria origen y sustento de la autosuficiencia de pueblos y culturas. [6]
Es evidente entonces que la invitación a comer sanamente superó la expectativa inicial, transformándose en toda una propuesta de vida que a la par que brinda una mejor calidad de vida se liga con las formas de plantarse frente a la pérdida de soberanía de nuestras culturas. Un sistema alimentario equilibrado y accesible para toda la población es una búsqueda permanente de la humanidad, sin resultado de un impulso por seguir la moda fitness. Civilizaciones enteras hicieron de la alimentación sana un estilo de vida que sirve de guía e inspiración para retomar el consejo materno: «Coma bien mijo».
Uno de los grandes pensadores de la antigüedad en una de las pocas cartas que quedaron, sus enemigos desaparecieron sus más de 300 escritos, el naturalista Epicuro le dejó a un amigo: «Envía un tarrito de queso, para que pueda darme un festín de lujo cuando quiera ” [7] .
Reflejaba esta petición la condición de una persona sabia que hizo de la frugalidad y el buen vivir un concepto de vida. Destacaba que no era necesario hartarse de comida para encontrar la felicidad y el sentido de la vida. Hoy le agregaríamos que vendría mesurada y sanamente es otra forma de evitar que el cambio climático acabe con todas las formas de vida sobre la tierra. No cabe duda las mamás tienen la razón.
[2] https://www.nocomasmasmentiras.org/
[3] En la mas reciente encuesta sobre obesidad, realizada en 2015 se señala: “Las autoridades de la adultez afectadas en muchos casos la alimentación, dedicándole poco tiempo, consumiendo más alimentos procesados y menos comidas preparadas en casa. La oferta de alimentos procesados, frituras y dulces, así como una vida sedentaria, propicio el desarrollo de obesidad muchas veces asociadas a deficiencias nutricionales. Uno de cada tres jóvenes y adultos tiene sobrepeso (37,7%), mientras que uno de cada cinco es obeso (18,7%). En este sentido, el 56,4% de la población presenta exceso de peso, lo que significa un incremento de 5,2 puntos porcentuales con respecto al 2010. La obesidad es más frecuente en las mujeres (22,4%) que en loshombres (14,4%). ”Este informe completo se puede leer en : https://www.icbf.gov.co/bienestar/nutricion/encuesta-nacional-situacion-nutricional
[4] https://www.elespectador.com/opinion/hit-fruta-de-mentira-columna-817464
[5] Una explicación didáctica y profunda sobre este tema por el Profesor DeRose en:
https://www.youtube.com/watch?v=M0WC0Ftd1mE
[6] Un buen resumen sobre el tema en este breve video: https://www.youtube.com/watch?v=M0WC0Ftd1mE
[7] Epicuro. García Gual, Carlos. Alianza Editorial. Pag 67.